domingo, 23 de enero de 2011

Galimatías: Cosquillas en el Paladar





He abierto los ojos, lo sé. Pero no veo nada, todo está oscuro. Intento palpar el reloj a duras penas. Las tres y veintitrés de la madrugada. ¿Que había sido aquello, un mal sueño o una dulce pesadilla?

Sentí que volvía a tener aquel cosquilleo, ya no tenía el vacío en el pecho. Por unos segundos creí volver a sentir esas maravillosas cosquillas en el paladar; pero no, había sido un mal sueño, seguro. El vacío seguía ahí.

Una cruel utopía digna de un jodido soñador. La mente a veces juega malas pasadas.

Seguía a oscuras, ni siquiera intenté encender la luz. No hacía falta. Las sombras no me asustan. La habitación me pertenecía, estaba sólo. Sólo y en la oscuridad. Pero seguía sin tener miedo. Sin tener miedo y sin tener nada que perder.

Último vistazo al reloj. Las cuatro y dieciséis. Sólo me quedan un par de horas para levantarme. Ahora tengo miedo, miedo de perder horas de sueño. De sueños utópicos.

Por favor, dejen las utopías para los utópicos.


Tan sólo otro punto de vista.

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